EQUIPO DE BELLOS COLORES, DE MIS AMORES

El 28 de abril, el Club Sport Emelec, equipo del cual soy hincha, cumple 92 años. No pretendo que esta sea una nota que hable en profundidad de su (gloriosa) historia, la cual todos conocemos. 

Yo (y perdón por hablar en primera persona) soy alguien a quien le gusta racionalizar todo. Me gusta buscarle el porqué de todo lo que hago. La pasión desbordada que siento por Emelec, y las alegrías y tristezas que este me producen y que pueden hacer que me cambie el ánimo por días, e incluso semanas, siempre me fue difícil entender. Y muchos dirán, y en una época yo pensaba igual, que es “un sentimiento inexplicable”, o que simplemente es por el lazo familiar (en mi caso mi papá) que casi todos tenemos con el club. Sin embargo, esto significaría que ser hincha de Emelec es lo mismo que ser hincha de cualquier club, o que simplemente es por azar, ya que depende de qué club eran hinchas las personas cercanas a ti cuando crecías. En las siguientes líneas, intento explicar las razones que hacen que Emelec genere en mí (y creo que en muchos de sus hinchas) todo lo que genera. 

Soy azul desde pequeño, lo que me enseñó mi viejo

Citar como motivo que mi papá me llevó parece contradecir todo lo que digo arriba, pero no es así. Está claro que tener algo que compartir con mi papá desde los tres años, como el ritual de ir al estadio todos los domingos, es un factor determinante. No puedo imaginarme ser de este club sin mi viejo, ni cómo voy a sacar las fuerzas para ir al estadio el día que no esté. Pero, creo, por lo que voy a explicar en el resto de puntos, que si mi papá hubiese sido hincha de cualquier otro equipo, seguramente no sería de Emelec, pero no sentiría ni remotamente lo mismo por ese club.  

Tiene sangre huancavilca, garra guayaquileña

Emelec y Guayaquil, tienen una conexión enorme. Y es que Emelec tiene un sentido de pertenencia ya no con una ciudad, si no con cuatro calles que se ubican en el corazón de la misma: Avenida Quito, Avenida San Martín, la Gral. Pío Montufar y la Gral. Gómez. Este arraigo, no lo encuentro en ningún otro club del Ecuador. Es que Emelec inauguró su estadio casi 40 años antes que otro club tenga estadio propio. Y ninguno está tan metido en la ciudad como el Estadio George Capwell. 

El estadio se ilumina de colores, y se llena con la hinchada de Emelec

El Capwell para nosotros, los azules, es un lugar muy especial. Es un lugar que nos llena de orgullo, a pesar de sus imperfecciones y de su edad. Es que estas muestran una historia mucho más rica, y mucho más larga, que cualquier estadio del país y que la mayoría de sudamérica. Pero además de todo esto, es un lugar donde se vive el fútbol de una manera distinta. No será el más grande, pero esto y que se tuvo que construir siempre hacia arriba por su ubicación, hacen que las gradas estén muy cerca de la cancha, y genera una acústica impresionante, exacerbando por mil la manera en la cual se ve el fútbol ahí. 

Una hinchada que lo apoya y que lo sigue con amor

La de Emelec ciertamente no es la hinchada más numerosa del país. No está ni cerca de serlo. Sin embargo, me siento muy representado en ella. Una hinchada que, a pesar de ser superada 3 a uno por la que es la más popular, en términos de asistencia al estadio está muy equiparado, incluso en años en los que el equipo no va bien (basta ver la asistencia del año 2019). Pero más allá de esto, es una hinchada que, a pesar de ser exigente, no es una hinchada que se siente con derecho a todo. No va, con excepciones contadas de una fracción minúscula, a insultar ni a a agredir a sus propios jugadores. Y es una hinchada muy agradecida con la gente que dio todo por este club (por más que en Twitter parezca lo contrario). Para esto, basta ver la recepción que tuvo Dreer cuando volvió al Capwell o la despedida que tuvo el vikingo Giménez. 

Los muchachos están listos a vencer

Creo que pocos clubes tienen referentes que simbolicen tan bien lo que es un club como Emelec. Desde los 5 reyes magos, el Jechu Cárdenas, el Ñato, el bombillo Miori, Falero, Kleber Fajardo, Beninca, Raffo, Balseca, el Cuki, hasta la historia reciente con Miller y Mena. Todos con por lo menos uno de dos componentes: hinchas con ropa de jugador, o estandartes del buen juego que han caracterizado a Emelec a lo largo de su historia. Creo que esta estrecha relación con sus referentes hace a Emelec un club especial. El cariño de la gente se lo han ganado a pulso, no por una buena temporada. 

Será tu buen jugar…

Emelec se caracteriza por un paladar negro único en el país. No hay club que exija constantemente disfrutar de su equipo como este. Es que la historia así lo marca. Todo empieza con el Ballet Azul de Fernando Paternoster, a quien el emelecista de verdad le debe una gran deuda de gratitud. Con los 5 reyes magos a la cabeza (Raymondi, Balseca, Ortega, Raffo y el Pibe Bolaños) fue un equipo que marcó época no solo por lo que ganó, si no por lo estéticamente bello que era su juego. La tradición de Paternoster la seguirían en años posteriores Salvador Capitano, Jorge Sampaoli, Gustavo Quinteros, entre muchos otros. 

Una historia escrita en noches de esplendor

“Antes de Emelec nadie. Después de Emelec, cualquiera.” Emelec fue el primer campeón del Ecuador. Y por más que su gloriosa historia data de mucho antes, este sería el comienzo de una larga tradición exitosa, que carga de exigencia todos los años a este club. Es que Emelec no solo fue el primer campeón de Ecuador, si no que es el único club que ha salido campeón en todas las décadas (incluso si quitamos la del 50, donde solo ganó Emelec). Esto habla de un club que siempre, incluso en sus épocas más oscuras, como fue la década del 80, logró desde su corazón, fuerza, y coraje de campeón, sacar a relucir su gloria. 

En resumen, soy de Emelec porque me identifico, en casi todos los sentidos, con la forma de ser de este club. Tiene un sentido de identidad y pertenencia único, por lo menos, en el país. Gloriosos, pero nunca arrogantes. Un club enorme, y al mismo, tiempo humilde en su forma de ser. 

Franisco Alarcón

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